lunes, 2 de abril de 2007

NUEVE PROPUESTAS PARA UNA UNIDAD FALANGISTA.

Madrid, 21 de marzo de 2007.

PREÁMBULO

La situación actual de España exige un sacrificio al cual los falangistas no nos podemos negar arguyendo diferencias que, en la mayoría de las ocasiones, no existen sino en el trasfondo de las rencillas personales provocadas por la desazón a la que nos han llevado treinta largos años de travesía por el desierto. Son más las cosas que nos unen, a los dirigentes, a los militantes y a los simpatizantes, que las que nos separan en nuestros distintos conceptos de interpretación de la doctrina nacional-sindicalista. Por eso entendemos que es de Justicia, palabra clave para la comprensión de nuestra ideología, centrar nuestra actividad política en lograr esa ansiada unidad que consiga aglutinarnos en 2008 bajo una única lista electoral para, de esta manera, hacer de la Falange el medio político con el que conseguir el fin de una España unida, grande y libre donde la Justicia Social sea una realidad y no simplemente una palabra que retumba hueca desde el fondo de nuestras gargantas.

Salvando las distancias sociales y el contexto histórico que convulsionaba España hace setenta años, las estrategias de los enemigos de nuestra Patria son las mismas: el aislamiento de esa derecha pusilánime y acomplejada que nos da la palmadita en la espalda esperando que, nuevamente, seamos su guardia de la porra, y la coalición entre los nacionalistas separatistas y las izquierdas más contrarias a la idea de una España unida aunque llevasen en sus mentes un concepto de nación distinto al nuestro. Hace setenta años, el concepto más literal de Falange, al estilo de aquellas antiguas Falanges macedónicas de donde adoptó el nombre, propició que nuestro puesto estuviese arma al brazo, bajo la noche clara y en lo alto las estrellas. Hoy, cuando España se desangra y amenaza con su desaparición como posible unidad de destino, la Falange aparece como un conglomerado de grupúsculos incapaces de sentarse a hablar y establecer una estrategia común.

Este no es un llamamiento de ninguna organización falangista determinada ni de ninguno de los líderes que dirigen estos grupos. Esta propuesta pretende plasmar la voz de todos aquellos falangistas que, entendiendo perfectamente el deseo de nuestros fundadores de anteponer a cualquier beneficio personal el sacrificio que supone luchar por la Falange en defensa de España, reclaman y exigen esa unidad estratégica y de acción. De todos esos españoles que cuando se declaran públicamente falangistas esperan, como mal menor, esa estúpida pregunta de “Sí, pero, ¿de qué Falange?”. Hartos de ser eternamente incomprendidos, incluso, hasta por nosotros mismos, lanzamos a todos los falangistas de buena fe las siguientes

PROPUESTAS

Primera.- Los falangistas consideramos que la situación actual de España es causa del nefasto estado autonómico surgido del Título VIII de la Constitución de 1978, de la alternancia partitocrática que sustenta la Monarquía liberal y parlamentaria y que somete a la sociedad a una auténtica dictadura por parte del partido en el poder y a la pérdida mediante el ataque frontal a unos valores morales con el que pretenden anular la tradición católica que es inherente a la Historia y a la grandeza secular de España.

Segunda.- Partiendo de la unidad de los falangistas en la convicción de que lo expuesto en la propuesta anterior es extremadamente peligroso para el devenir futuro de nuestra Patria y conscientes que no es sino la situación exacta ante lo que José Antonio señaló como la triple división que afectaba a nuestra nación ya en los años treinta del siglo pasado, creemos firmemente que la base doctrinal nacional-sindicalista no solo es válida, sino necesaria, para aglutinar una corriente de opinión que salve España de su destrucción.

Tercera.- Los falangistas sabemos que las elecciones que lleven al poder a un determinado partido político no son el sistema que nos agrada. No somos de derechas ni de izquierdas por lo que no podemos amparar un sistema que, cada cuatro años, pretenda la estabilización de un Gobierno para gobernar contra la media España derrotada en las urnas. Nuestro concepto de democracia establece otros cauces menos artificiales que conceden más participación al individuo en las decisiones que afectan al bien común. No obstante, todas las organizaciones falangistas tienen en común la estrategia de presentarse a las elecciones con, en la mayoría de los casos, el único afán de demostrar que son la cabeza de ratón en esta absurda competición que no hace sino relegarnos al ostracismo y a la marginalidad entre las carcajadas de los enemigos de España. Si todos utilizan la misma estrategia es necesario la presentación de una única lista que evite el sonrojo, a la hora de ir a votar, de todos aquellos que se consideran lo suficientemente falangistas como para tener que decantarse por una u otra candidatura.

Cuarta.- Las bases militantes falangistas son conscientes de este viejo problema y reclaman su solución. Entendemos que cualquier organización falangista debe ser jerárquica en su funcionamiento pero eso no debe implicar que las decisiones se tomen por el clásico “ordeno y mando” tan contrario al espíritu de una doctrina que considera al hombre como portador de valores eternos. Por eso los militantes deben, por el conducto reglamentario, hacer llegar a sus superiores sus inquietudes y comenzar a relacionarse entre los de distintas organizaciones anteponiendo los intereses de España y de la Falange a cualesquiera otros. Hoy en día, millones de votantes socialistas y populares se encuentran descontentos con sus dirigentes aunque no les impedirá votar a su “equipo” porque son contrarios al otro. Los falangistas, como dijo José Antonio, no somos anti nada y nuestra única misión es alcanzar la grandeza de España y el bienestar de los españoles. Eso es algo que nos debe diferenciar de esas posturas.

Quinta.- El nacional-sindicalismo es un cuerpo doctrinal con la suficiente fuerza como para que nadie sea imprescindible. Del mismo modo, nadie sobra en este proyecto común que aspira a remover los cimientos del sistema hasta la desaparición de todos los impedimentos que estorban para que España alcance esa unidad de destino que requiere. Por eso, los falangistas exigen a los distintos dirigentes actuales que recuerden el juramento falangista y no sean obstáculo para la tan deseada unidad. El trabajo es muy grande y, seguro, cada uno podrá ocupar su puesto y realizar las tareas que se le encomienden en esta nueva etapa.

Sexta.- Los falangistas necesitamos un programa político, actual, que proponga soluciones a problemas que, a fondo, no fueron tratados en el nacimiento de la Falange simplemente porque no existían o porque no habían adquirido el protagonismo que ahora tienen. Es necesaria la creación de una Coordinadora, con distintas mesas de trabajo, que desemboque en un Congreso que establezca un cuerpo programático electoral con el que afrontar las elecciones de 2008. A dicha Coordinadora pertenecerán todos aquellos falangistas que, militando o no en alguna organización, se consideren capacitados en algún área específica y que antepongan España y la Falange a sus necesidades personales o profesionales.

Séptima.- El objetivo de la unidad falangista no debe tener como fin la refundación de nada ahora existente ni la creación de un nuevo proyecto. Los falangistas, sin excepción, sabemos y somos conscientes de donde venimos y quienes somos. Somos herederos directos de la Falange de José Antonio y de las JONS de Ramiro y queremos seguir el camino que emprendieron un 4 de Marzo de 1934. Nuestra lucha debe continuar en la fidelidad a nuestros ideales, el respeto a nuestra Historia y nuestra Fe en el futuro. Para todos nosotros FE de las JONS es nuestro inicio y la empresa en la que debemos continuar hasta alcanzar nuestras metas.

Octava.- No es hora de reproches. España no nos lo perdonaría. La atomización de nuestra doctrina en distintos grupos ha impedido nuestro crecimiento (de todos) y ha podido dar la sensación de tomarse decisiones erróneas por contrarias a nuestro estilo que, con certeza, no se han producido con mala fe. Solo una unidad falangista impedirá que nuestro movimiento se diluya en tendencias populistas, nacionalistas o de extrema derecha y ocupe el lugar preeminente que le corresponde en el presente de nuestra Patria.

Novena.- Reiterar que este llamamiento no va destinado a falangistas en virtud del cargo que actualmente ocupan ni por la organización en la que militen. Este manifiesto está hecho, exclusivamente, por y para falangistas alegando escuetamente a esos valores que todos hemos aprendido durante nuestros periodos de adoctrinamiento. Va destinado a todos aquellos falangistas que estamos en condición de plantearnos si realmente hemos asimilado la doctrina que defendemos y entendemos que la Falange y España nos necesitan.

POR LA PATRIA, EL PAN Y LA JUSTICIA

¡¡¡ARRIBA ESPAÑA!!!

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